(*) Todos los elementos que intervienen en el proceso de comunicación dejan su marca en el mensaje. En cualquier proceso de comunicación intervienen cada uno de los factores que relacionamos a continuación:
1. Emisor y destinatario.
Son los dos extremos del sistema de comunicación. Nosotros actuamos indistintamente de uno o de otro. Si somos emisores nos será de gran utilidad tener en cuenta a quien nos dirigimos, adaptar nuestro mensaje al destinatario para establecer una comunicación efectiva. Cuando hacemos de receptores o destinatarios intentamos descifrar cuál es la intención del emisor, nos ponemos en su piel para interpretar correctamente lo que está transmitiendo. Esta disponibilidad es la empatía. La empatía es la facultad de comprender las emociones y los sentimientos externos gracias a un proceso de identificación con el objeto, grupo o individuo con el que se relaciona. La empatía es la cualidad que tienen los llamados buenos comunicadores.
2. Contexto y situación.
Llamamos contexto al conjunto de elementos lingüísticos que hay en un mismo texto o discurso, y situación, a los elementos no lingüísticos que determinan la interpretación de un mensaje. Actualmente se utiliza la palabra contexto en un sentido muy amplio y también en un sentido de situación.
3. Código y canal.
El código es el sistema de signos y reglas comunes al emisor y al destinatario, que permite la comunicación. Aún definiéndolo como común, el código se debe relativizar dados los múltiples subcódigos en un mismo idioma a causa de las variedades geográficas, historicogeneracionales y sociales. El canal, el el medio o soporte físico o electrónico que permite que un mensaje se transmita. Obviamente, como este medio no es neutro y condiciona el mensaje, podemos hablar de lenguajes publicitarios, de prensa, de radio, etc.
Estos seis elementos del sistema de comunicación influencian en la forma y el contenido del mensaje y dependen de la intención del emisor.
El mensaje: la intención, el tono y el estilo.
El mensaje es el elemento central del sistema comunicativo y su contenido no se puede separar de su forma porque quien lo emite lo modela a su gusto, según sus intenciones. Para convencer al destinatario, vigilará que su lenguaje tenga en cuenta el contexto del receptor, utilizando el código y el canal que más se adhiera. En cambio, si lo que quiere es principalmente comunicar lo que siente para liberarse de un sentimiento, no se preocupará tanto del receptor y querrá que todos los elementos del sistema estén al servicio de lo que quiere expresar.
El tono es uno de los factores más importantes para adecuar el mensaje al propósito del emisora inflexión o la modulación de la voz para expresar los sentimientos es fundamental para la comunicación oral: podemos hablar en un tono arrogante, modesto, dubitativo, imperioso, irónico, neutro, etc. El tono está relacionado con el grado de formalidad que, marcado por el contexto, queremos dar a nuestros hechos de habla; se puede trasladar al formato escrito y resulta muy valioso a la hora de decidir el estilo.
¿Pero qué es el estilo del mensaje?
El estilo está constituido por los rasgos que hacen que una persona o cosa destaque de su entorno, y por esa razón hacemos afirmaciones como: «no tiene estilo» o «es un local con mucho estilo». Pero la faceta más propia en nuestro caso, dentro del lenguaje, define estilo a la manera de expresar el pensamiento en el lenguaje oral y escrito. Pudiéndose ampliar al conjunto de características distintivas que identifican objetos, personas y movimientos artísticos. Por lo que es la manera diferente de decir las cosas, la cual puede ser descrita por sus características formales como son el tipo de vocabulario, longitud de oraciones, presencia o ausencia de determinadas formas verbales, adjetivos, puntos de vista, recursos retóricos, etc.